viernes, 16 de octubre de 2009

Agua para uso doméstico




AGUA



para beber







El agua para uso doméstico no llegó al pueblo hasta principios de siglo XX, exactamente en 1.900. Hasta entonces había que ir a buscarla al río cuando bajaba limpia, ya que cuando había tormenta y se enturbiaba se tenía que ir a buscar a algunas de las fuentes que había alrededor del pueblo.

En todas las casas había unas maderas con cuatro agujeros para depositar los cántaros de agua traídos del río.


Se iba al río con unos burros provistos de serones, que eran como espoltrones pero de cuatro cavidades, que permitían instalar los cántaros en ellas y acarrearlos sin que se movieran mucho. Algunas familias tenían también unas tenajas grandes para llenarlas y disponer en casa de una buena reserva de agua. Otros trabajos, como lavar la colada, se hacían directamente en el río.
Como en el año 1850 se trajo al pueblo el agua para regar, que llegaba buena y limpia por una gran acequia, a partir de entonces los vecinos acudían allí para abastecerse de agua para ciertos usos domésticos.


El agua potable se trajo en tuberías desde las fuentes del barranco de San Miguel. El primer tramo la llevaba desde allí hasta San Sebastián, a un depósito que había en los bajos de la "caseta" de casa Ancheleta. Cuando faltaba caudal se unía parte de la acequia de Ciallas, aunque esta medida tenía un inconveniente, y es que si había una tormenta se enturbiaba enseguida y contaminaba toda el agua, saliendo turbia en los fuentes instaladas en las calles.

El segundo tramo de la conducción, discurría desde el depósito de San Sebastián hasta las fuentes públicas situadas en determinados puntos de las calles del pueblo. Había fuentes en Cabovila, Plaza Mayor, San Antonio, Cantón y en la parte oeste de casa de Sermo.

También se hicieron dos abrevaderos, uno en cada extremo del pueblo, en Cabovila y antes de llegar a la Rampa.

Gracias a unos recibos conservados en los que se detallan los salarios abonados a algunos trabajadores, sabemos que las obras se realizaron en los meses de invierno, durante enero, febrero y marzo, que era el periodo del año en que había más disponibilidad de mano de obra entre la gente del pueblo, ya que no hay faenas agrícolas a realizar.

En esta ocasión, las prestaciones no fueron de carácter vecinal, como había ocurrido cuando se trajo el agua para regar, sino que el Ayuntamiento pagó jornal por trabajo realizado.








(Información y fotos: gentileza de Antonio Castel)