miércoles, 30 de septiembre de 2009

Bodas de oro


Erase una vez, hace muchos años... que Ana Puertas Pallaruelo y Joan Gil Gil se casaban (exactamente hace cincuenta años) en Martorell. Cincuenta años para vivir juntos y crear una familia. Un buen motivo para una celebración.


Así es que toda la familia ha procurado prepararles una fiesta entrañable y, como primera sorpresa, el domingo 27 de septiembre del 2009, Ana y Joan encontraron una limousine que les esperaba en la puerta de su casa de Barcelona, para conducirlos hasta un restaurante. Allí se reunieron con todos sus invitados, familiares y amigos que quisieron acompañarles en este día.


Alguien podrá preguntarse, "pero... ¿dónde está Campo en esta historia?" Pues está en el corazón y en la memoria de Ana, que nació y vivió en nuestro pueblo. Sus recuerdos de infancia, que ya comparte con Joan a fuerza de contárselos, estarán para siempre unidos a Campo, donde acuden con toda la frecuencia que les es posible.
Gracias a los dos por hacernos partícipes de este aniversario tan especial y ¡FELICIDADES! de todo corazón.



viernes, 25 de septiembre de 2009

Bellotas



Provisiones para

TODOS...





En su libro "Estampas y relatos de la vida de Campo", Antonio Castel nos cuenta cómo se efectuaba la recogida de las bellotas en Campo. Queremos señalar que cuando menciona las "encinas de Avellaneda" se refiere a las bellotas de las encinas del monte Avellana.

"La recogida de ambos frutos se realizaba en otoño, a primeros de octubre comunicaban en el pueblo, mediante pregón, que se podía ira buscar bellotas al "Caixigá".
Al día siguiente, pronto por la mañana, se formaba un cordón de gente del pueblo, había casas que iban todos preparados con cestos y sacos. Cruzaban la palanca, entonces de tablas de madera y unos por el camino del río, por "mal pas" (por ser muy estrecho y estar junto al agua del río), se dirigían hacia la zona denominada "las Pradinas", otros subían por el tozal de "las Parcións" y entraban por esta zona al "Caixigá".
El trabajo consistía en ir recogiendo bellota a bellota del suelo con la mano e irlas depositando en una cesta, que cuando se llenaba se procedía a vaciar en un saco, así todo el día. El trabajo no era duro, pero sí resultaba pesado. A la hora de comer cesaba la recogida, entonces con lo que se había traído de casa se procedía a la comida, en corros, para después de realizada ésta, volver a empezar la recogida.

Normalmente se llevaba ya algún burro, pero si no, se dejaban los sacos amontonados y durante los días siguientes se bajaban al pueblo con algún animal de carga.
La bellota era un buen complemento para la alimentación del cerdo. Unos meses antes de la matanza, se procedía con esta alimentación a su engorde, que tenía lugar en el mes de diciembre o primeros de enero.

El ambiente en el monte entre los cajigos resultaba agradable, puesto que se oía hablar a los vecinos de tarea, silbar y hasta en ocasiones cantar.

No faltaban la distracción de alguna ardilla que asustada por el murmullo saltaba de rama en rama y de árbol en árbol.
Un vez que más o menos se habían agotado las bellotas, se podía pastorear el ganado, que rebuscaba y acababa con alguna que se había quedado oculta entre zarzas o bajo alguna hierba.
El trabajo en el monte de "Avellana" era más pesado, primero porque había que ir andando hasta allí que hay buen trayecto desde el pueblo y, en segundo lugar, por lo escarpado y pendiente que era el monte. Las encinas de este monte eran dulces y mejor que las bellotas por lo que resultaba un buen complemento para la alimentación del engorde el cerdo.
También aquí había que dejar los sacos en el monte y un día a la semana subir a buscarlos con el burro.
Había que salir casi de noche para estar en el monte a primeras horas del día y salir de regreso a últimas horas del día, por lo que siempre se llegaba a casa por la noche.


lunes, 21 de septiembre de 2009

Las fuentes de Campo

Agua que no has de beber...


Fuente de la Coma (Campo)


Nos referimos a las fuentes que había, y todavía hay, en los alrededores de Campo. En estas fuentes manaba agua fresca a la que los vecinos del pueblo atribuían diversas propiedades. Cada uno tenía sus preferencias y valoraba más una u otra fuente.
La fuente de la Coma, en la montaña llamada Obago, tenía muchos partidarios y, a pesar de estar situada en un lugar bastante alto que obligaba a una buena caminata hasta llegar allí, muchas personas acudían regularmente a buscar el agua que bebían en sus casas. Al final de los años 60 se arregló una pista para poder hacer casi todo el trayecto en coche.
La fuente Catalina, que se encontraba en un prado propiedad de dicha casa, estaba bastante más accesible, situada en el Obago y encima del Rialgo. Como también era buena, algunas personas optaban por quedarse allí.
La fuente del Chorro (del Churro) se encuentra al pie del Obago y a la altura de la carretera. Era la más caudalosa y el agua salía a una altura muy cómoda para poder llenar garrafas, así es que era la preferida sobre todo de los que iban a buscarla con coche o bicicleta.
Había otra fuente que se llamaba de "las Comadres" que estaba cerca de la Casilla de los Camineros, entre la carretera y el río. Creemos que ya hace tiempo que no se utiliza.
En verano, pronto por la mañana, empezaba ya el desfile de animados veraneantes y gente del pueblo que iban con una o dos garrafas a buscar agua a la fuente. Ya por la tarde, era costumbre ir a merendar a alguna de ellas, sobre todo a la Coma, donde se podían ver numerosos grupos de familiares y amigos. Mientras se subía hacia la fuente, siempre era un aliciente poder ir comiendo alguna mora de los zarzales que había por el camino. Una vez allí, se podía disfrutar de la sombra de los árboles y de la bonita vista del pueblo en medio del valle.
 

martes, 15 de septiembre de 2009

De Campo a Francia...

Campo. Foto gentileza de Angel Huguet


Comentamos en la web de Campo, que un número importante de paisanos nuestros pidieron la nacionalidad francesa durante la primera mitad del siglo XX. A continuación, fijaremos el período comprendido entre 1900 y 1935 para examinar dichas naturalizaciones, eligiendo precisamente el año 1935 como límite, para no vincular este flujo migratorio a la Guerra Civil.

Los datos que pasamos a ofrecer son exactamente: el nombre del solicitante, su fecha de nacimiento y la fecha de la naturalización. Tengamos en cuenta que, como se trata originalmente de documentos franceses, se señala solamente el nombre de pila y un apellido del interesado o, en otros casos, aparecen los dos apellidos, pero entonces no figura el nombre de pila. Si alguien necesita información suplementaria con mucho gusto se la facilitaremos. Todas las personas reseñadas han nacido en Campo y son, casi en su totalidad, de varones.

1.- Ariño, José (°: 02-09-1862), 22-06-1914
2.- Ariño, Laurent (°: 20-11-1876), 28-02-1928
3.- Ariño Galindo (°:18-09-1866), 22-06-1914
4.- Avats, Angel (°:14-09-1877), 19-09-1926
5.- Ballarín, Joachim (°: 30-08-1865), 03-07-1923
6.- Ballarín, José (°:23-09-1873), 26-10-1901
7.- Cereza, José (°: 10-08-1888), 17-10-1929
8.- Cereza Lacoma (°: 12-12-1893), 17-10-1929
9.- Coma Ríu (°: 07-10-1888), 30-11-1927
10.- Costa, Joaquim (°: 11-07-1860), 16-10-1904
11.- Costa, Raymond (°: 05-01-1893), 12-01-1933
12.- Costa, Vincent (°: 09-11-1874), 17-10-1929
13.- Ferrando Ríu (°: 24-10-1884), 30-05-1934
14.- Ferraz, Daniel (°: 09-04-1882), 05-11-1927
15.- Ferraz, Daniel (°: 14-01-1908), 05-11-1927
16- Ferraz Vidaller (°: 11-11-1882), 05-11-1927
17.- Figueras, Jean (°: 19-05-1878), 02-06-1927
18.- Güerri, Emmanuel (°: 14-05-1875), 01-10-1930
19.- Lafalla, José (°: 06-11-1904), 01-12-1925
20.- Larramona, Joseph (°: 08-1909), 21-08-1929
21.- Magallón Mur (°: 03-11-1895), 27-07-1931
22.- Martinez, Antonio (°: 13-06-1888), 11-11-1932
23.- Mur, Antoine (°: 10-01-1867), 30-06-1925
24.- Mur, Antonio (°: 12-04-1891), 27-03-1928
25.- Mur, Ramón (°: 19-06-1879), 16-03-1927
26.- Mur, Vincent (°: 22-01-1895), 31-10-1932
27.- Mur Ballarín (°: 06-06-1894), 27,03-1928
28.- Nerín, Antonio (°: 16-01-1890), 19-08-1931
29.- Nerín Mur (°: 23-03-1900), 19-08-1931
30.-Pardina Mur (°: 24-11-1891), 03-10-1933
31.- Peired, Manuel (°: 04-02-1892), 06-02-1925
32.- Peired, Joseph (°: 02-10-1885), 07-09-1931
33.- Peyred Pallaruelo (°: 10-01-1884), 13-11-1929
34.- Peyred Pallaruelo (°: 30-12-1883), 18-01-1928
35.- Pons, Ramón (°: 11-11-1884), 25-07-1929
36.- Puertas, Joseph (°: 18-01-1909), 22-10-1929
37.- Puyalto, Antonio (°: 23-03-1885), 25-01-1933
38.- Ríu, Tadeo (°: 09-02-1876), 21-08-1924
39.- Ríu Galindo (°: 24-08-1880), 21-08-1924
40.- Rufas Mur (°: 31-08-1877), 26-09-1929
41.- Salamero Pallaruelo (°: 27-10-1881), 25-01-1925
42.- Samblancat, Joachim (°: 03-03-1867), 31-12-1914
43.- Santamaría, Antonio (°: 19-02-1911), 13-11-1929
44.- Sanz, José (°: 17-09-1889), 09-03-1935
45.- Sanz, José (°: 25-06-1920), 09-03-1935
46- Sanz, Josefa (°: 29-09-1918), 09-03-1935
47- Sanz Abad (°: 19-12-1898), 09-03-1933
48.- Sesé, Miquel (°: 17-08-1888), 30-04-1929
49.- Sierra, François (°: 16-08-1854), 11-01-1902
50.- Silles, Joseph ( : 08-06-1888), 11-03-1931
51.- Solano Canales (°: 08-03-1882), 23-05-1928
52.- Solano Peired, Joseph (°: 11-12-1894), 19-02-1929
53.- Torres, Joseph (°: 21-05-1896), 11-10-1923
54.- Vidaller, Antoine (°: 23-03-1884), 09-10-1929
55.- Vidaller, Emmanuel (°: 04-11-1888), 24-06-1933
56.- Vidaller, Joseph (°: 11-05-1885), 09-10-1929
57.- Vidaller Nerín (°: 16-05-1884), 09-10-1929






sábado, 12 de septiembre de 2009

La despensa (2)




Para los


lamineros...
















En la despensa no todas las provisiones estaban destinadas a preparar guisos y salsas, también se pensaba en proporcionar algún placer al paladar, tanto a la hora del postre como en los desayunos. Con este fin se preparaban:

Confituras.- La más común era la confitura de tomate. En muchos lugares no es conocida y casi resulta extraño utilizar el tomate para una preparación dulce, pero lo cierto es que resulta muy buena. También se hacía confitura de ciruelas, melocotón, higos. Antiguamente en la repostería se recurría mucho a las confituras, pues siempre se podía echar mano de ellas y hacían un buen papel, ya fuera para rellenar brazos de gitano o cualquier tipo de bizcocho, adornar alguna galleta, etc. También se hacía confitura de cabello de ángel.

El cabello de ángel propiamente dicho se obtiene caramelizando la pulpa de la "calabaza confitera" o "calabaza de cabello de ángel", que también se la llama así. Este tipo de cucurbitácea pertenece a la variedad de invierno y es más dulce que la calabaza que madura en verano. En Campo el cabello de ángel se usaba mucho para hacer pastillos de Navidad.

Melocotón en almibar.- Se cortaban trocitos pequeños de melocotón (para que "cundieran" más) y se conservaban en el almibar que se hacía. A medida que las economías familiares fueron mejorando, el tamaño de los pedazos de melocotón también fue aumentando, hasta acabar poniéndolos en conserva partidos por la mitad...
Orejones.- Se pelaban los melocotones (y también las manzanas) y se cortaban a trozos un poco alargados. Entonces se ponían a secar sobre un armazón de tela metálica. En casa de mis padres se ponía ese artilugio apoyado sobre la barandilla de un balcón soleado, y por la noche se entraban los orejones al interior de la casa para evitar la humedad. Durante el día se debía vigilar que no se pusiera a llover, pues se podían estropear si se mojaban. Estábamos tan mentalizados con este asunto que, en cuanto sospechábamos que iba a caer la primera gota de lluvia, todos gritábamos ¡los orejones! que era la consigna para precipitarnos a recogerlos. En muchas casas aragonesas tenían un balcón o galería cubierta que llamaban "el secador" y que era el lugar ideal para este tipo de función, pero a falta de ello cada familia se arreglaba como podía. Después de unos días con este proceso de secado, se guardaban los orejones en "morralitos" de tela para que conservaran el perfume y color durante todo el invierno.

Cuando no se disponía de suficiente cantidad de melocotones en los propios huertos, se procuraban comprar los de Navarri o los de Murillo, que eran muy buenos, especialmente los de viña. Por cierto, que también había muchos "abridós", que ahora son difíciles de encontrar.

Membrillos: con los membrillos (coduños), además de asarlos al horno como las manzanas (eliminándoles el corazón y rellenándolos de leche condensada estaban muy buenos) se hacía también confitura o mermelada o, incluso, los más expertos preparaban carne o dulce de membrillo.



Y no faltaban en la despensa, tanto para postre como para ofrecer a las visitas junto a un buen vino, algunas nueces, almendras tostadas, almendras garrapiñadas, castañas para hacer asadas... Colgados del techo, o de algún lugar estratégico (alguna viga, etc.) se guardaban racimos de uvas, manzanas, peras. Todo a consumir con moderación... que tenían que durar todo el invierno.



(Foto de uvas y membrillos del huerto del "Hotel Cotiella": M. J. Fuster. Foto pastillo: Nuri Reyes)





miércoles, 9 de septiembre de 2009

Una casita... para soñar

MI CASA

Mi hermano Rober me preguntó un día: "¿No dices que quieres una casa?" y yo le dije: "SÍIIIII!". "Pues te voy a regalar una", me contestó. Y dicho y hecho, me dio una casa.



Estaba construida con guijarros del río y trocitos de madera. Como era para mi, puso mis iniciales encima de la puerta principal. Es una casa que no sirve para vivir allí dentro, es para soñar. Pero como soñar es otra forma de vivir, pues eso, sirve también para vivir.


Estas casas se las inventaba él, no seguía ningún modelo, les daba forma a medida que le apetecía: que si un balcón aquí, una ventanuca allá detrás, un pajar arriba... La materia prima eran las piedras del río, las cortaba una y otra vez, hasta conseguir formar un sillarejo perfecto. También les daba forma de losas de pizarra, para los tejados.




Con la madera hacía los marcos de las puertas y ventanas, ventanos, postigos, aleros de los tejados y hasta algunos adornos: un banco, unos maceteros, un tonel.. y las enredaderas que alegran las paredes.

Junto a las casas, no faltan algunos utensilios de trabajo, una escalera, una forca, hasta ropa tendida en la ventana, como si de verdad en las casas hubiera Vida.


Y la hay... (aquella Vida que perdura).

(Fotos de Nuri Reyes y Roberto Fuster Reyes)


lunes, 7 de septiembre de 2009

Vuelta a la escuela


Hace más de cién años, el 20 de agosto de 1905, la Junta Provincial de Instrucción Pública de Huesca publicaba una Circular en el Boletín de la Provincia, con este texto:

"La vacación canicular para las escuelas de primera enseñanza termina el día 31 del corriente. Todos los Maestros y Maestras que desempeñan escuelas públicas en esta provincia deben encontrarse en ellas y dar la enseñanza el día 1° del próximo mes de Septiembre.

Por lo tanto, y con objeto de cumplir órdenes de la Superioridad, esta Junta ruega encarecidamente a todos los Presidentes de los locales de primera enseñanza que, bajo su más estrecha reponsabilidad, den cuenta a esta provincial de si existe en sus respectivos distritos municipios algún Profesor o Profesora que no se haya presentado personalmente a cumplir tan sagradas obligaciones en el día 1° del mes próximo.

Los Presidentes de Juntas locales en cuyos distritos se encuentren abiertas las escuelas en la expresada fecha, quedan relevados del cumplimiento de dicha obligación".



La lectura de esta Circular, nos hace pensar que también a los maestros les costaba empezar el curso... !natural!

viernes, 4 de septiembre de 2009

La despensa (1)



(1): Conserva de tomate y una aventura doméstica



(Tomateras del huerto del "Hotel Cotiella")

Hace unos años, apenas acabadas las fiestas de agosto se daba por terminado el verano y se empezaba a preparar la casa para los meses del invierno. Entonces, se recogían los frutos de los huertos y de los árboles para aprovisionar la despensa, aunque algunos de ellos necesitaban preparación previa para poder conservarse.

Por cierto, que el lugar donde su guardaban estas provisiones no siempre recibía el nombre de "despensa". La denominación que se le daba variaba bastante, dependiendo no sólo del tipo de estancia, sino, incluso de la costumbre y uso de cada casa. Se solía llamar "bodega" a un cuartet obscuro y más bien húmedo (solían estar en la planta baja o semisótano) que, además de servir para guardar algún tonel de vino, era el sitio donde se almacenaban las patatas, el aceite, el vinagre, etc. Se utilizaba el nombre de reposte o "granero" para denominar una estancia, casi siempre orientada al norte y bien aireada, que solía estar en la planta alta junto a las habitaciones y era allí donde se depositaban los frutos atados en racimos y colgados del techo (uvas, peras, manzanas), la insundia, las longanizas, el jabón, los botes de conserva, las nueces, las olivas, los ajos, en fin, todas las reservas de la casa.



Sea cual fuera el lugar y denominación utilizados como despensa, una de las provisiones que no podía faltar en ningún hogar era el tomate embotellado, ya que era imprescindible en todos los sofritos y en muchos guisos. Aprovechando el momento de mayor abundancia de ellos, a finales de agosto o en septiembre, se procedía a preparar la conserva, hirviéndolos (entonces se utilizaba un conservante llamado "tomatol", que actualmente está prohibido) y pasando después la pulpa obtenida a las botellas y botes de cristal esterilizados.

Aunque la tarea de hacer tomate en conserva era frecuente, no dejaba de tener sus riesgos. Un día que mi madre estaba transvasando el tomate desde la cacerola donde lo había cocido, hasta la botella donde iba a guardarlo (con la ayuda de un embudo y una espátula de madera), se le ocurrió servirse del dedo para introducir un trocito de tomate que no quería pasar por el embudo pero, lo hizo con tanto ímpetu que metió todo el dedo dentro de la botella y después no lo podía sacar... Al principio nos lo tomamos a risa, pero cuando ella ya llevaba un rato paseándose por casa con la botella de tomate colgada de la mano, embudo incluído, empezó a cundir el pánico en la familia.

Se barajaron y probaron varias opciones para intentar solucionar el problema, desde las más inócuas, como hacerle poner a remojo la mano, la botella y el embudo en agua con sal o con vinagre, hasta otras "soluciones" más drásticas como la de pedirle a mi pobre madre que pegara un buen porrazo sobre cualquier cosa con la mano "embotellada", para ver si acabábamos de una vez con aquella situación que parecía sin salida (de dedo)...
Finalmente, en un momento de distracción general y cuando menos lo pensábamos, salió el dedo del interior de la botella.

Salvo esta ocasión, lo normal era que el proceso de la preparación de la conserva del tomate se desarrollara con tranquilidad. Una vez puesta la cantidad conveniente de tomate en cada botella, se cubría el preparado con un chorrito de aceite de oliva y después se cerraban las botellas o tarros con un tapón de corcho nuevo. Algunas botella se preparaban con el tomate mezclado al que se le añadían unos trocitos de pimiento verde, que daba muy buen gusto a las salsas.
Así se conseguía guardar en la despensa un buen número de botellas (de forma y tamaño de lo más dispar, pues entonces no se compraba nada y se aprovechaba lo que se encontraba a mano: botellas de anís, de vermut, tarros de cristal de diferentes marcas, etc.) todas ellas dispuestas a dar un poco de color y sabor a la sobria gastronomía casera. Alguna vez explotaba una botella con el tomate envasado y lo ponía todo perdido, pero, ya se sabe, riesgos hay en todas partes...



martes, 1 de septiembre de 2009

¡Vamos de excursión!





El día 7 de agosto, un viernes, los intrépidos participantes caminaron hasta el Puerto y la Ermita de las Aras (al lado del Turbón y en las estribaciones del Isábena), guiados por un buen conocedor de la ruta: Joaquín Ballarín (Joaquín de "casa Mercedes", para todos los del pueblo).


El día 11 de agosto, un numeroso grupo de animados excursionistas pasaron el día en la Puebla de Castro (¡Tomás y Magda no se lo quisieron perder!).


Visitaron la Iglesia Parroquial de la Puebla de Castro, bajo la advocación de Santa Bárbara y la ermita de San Román de Castro, que fue asiento de castillo e iglesia antes de que se levantara la edificación actual (reedificada en el siglo XIII) y ...

los Yacimientos arqueológicos de Labitolosa que se extienden por una superficie de 12 hectáreas en el macizo Cerro Calvario, cerca de las confluencias del Isábena y Esera, y en la entrada del Barranco de Castro que conduce al Valle del río Cinca. Estos trabajos de excavación comenzaron en 1991.

Ese mismo día también aprovecharon para acercarse a Abizanda, donde pudieron admirar el espectacular emplazamiento de su sistema defensivo y las edificaciones. No faltó una visita al Museo de Títeres, con espectáculo incluido. ¡Y comida en un restaurante!

El día 13 de agosto los excursionistas se dirigieron a Naspún y Senz.

Una manera de hacer turismo verde y cultural que nos permite conocer los lugares preciosos que tenemos alrededor nuestro, mientras disfrutamos de buenos momentos con los compañeros de grupo.
(Todas las fotos son gentileza de Vanesa Rami)