martes, 10 de abril de 2012

Oficios: caldereros, hojalateros (2)


Campo, un lugar para trabajar y fundar una familia
Antonio Castel Ballarín, en uno de sus escritos sobre Campo, nos ofrece la información que obtuvo sobre los caldereros gracias al testimonio de la Sra. Natividad Laforga, hija y nieta de caldereros. Le contó la Sra. Nati a Antonio, en su casa de Campo, que había oído decir que su familia. Lafarga, era originaria de Francia. Y también le dijo que:
"Mi padre tenía el taller de calderería y fontanería aquí mismo; estas paredes estaban llenas de herramientas e instrumentos para el trabajo. Tenía un trabajador que era de origen francés, llamado Mateu.
Mi padre hacía calderos, recibía de Durango la chapa en bruto, él la preparaba para el uso repicándola con un martillo en su totalidad, para darle forma, fortaleza y buena presentación, disponía de un yunque alto en que realizaba este trabajo. Fortalecía todos los calderos con este repique, desde el más grande para cocer la comida de los cerdos, hervir las tortetas y morcillas, hasta el más pequeño que llevaban los pastores a estos, además los recubría interiormente con una capa de estaño para que no produjeran "verdete", quedaban muy bonitos, parecían plateados.
Su padre hacía muchos utensilios diferentes: espumaderas, linternas, medidas para el vino y aceite; tinajas de veinticinco y cincuenta litros con un grifo para que saliera el líquido; envasadores, regadores; canaleras de cinc para los tejados y otras cosas.
Para hacerlos le enviaban las placas de cobre, él tenía un patrón de hojalata con el que señalaba el objeto de quería hacer, lo recortaba y lo unía mediante soldadura.
Para venderlos tenía un amplio mercado. Primero, en Campo y pueblos vecinos, luego, tenía una tienda permanente en Castejón de Sos. Por el valle del Cinca llegaba hasta los pueblos de Plan, San Juan de Plan, Gistau y toda la región de la Fueva. Por el oriente, llegaba hasta el Pont de Suert, Arén y más cerca, todo el Valle de Lierp.
Llevaba la mercancía cargada en machos. Cargaban en la puerta de casa y los llevaban a los pueblos de destino, tardaban en llegar dos o tres días. Efectuado el transpore o la venta, vuelta a casa.
Antonio Castel también habla de D. Alejo Lailla, reparador de calderos. Y dice así:
"El apellido Lailla es igualmente de origen francés. El señor Lailla tuvo un taller de reparación de calderos y utensilios de metal, primero frente a casa de Sermo, en la casa llamada "del Fovano"; después, frente a la iglesia, en la casa que fue de "Manel".
El señor Alejo era un hombre afable, bueno, serio y trabajador. Reparaba calderos a los que ponía piezas del mismo metal, como si de una pieza de tela se tratara. Disponía de un taller con fragua, yunque y todos los instrumentos necesarios para su trabajo.
La media puerta superior del taller siempre estaba abierta, por exigencias del trabajo, para que se eliminaran con rapidez los humos de las soldaduras. Este detalle de la media puerta abierta facilitaba el acceso a la conversación con el señor Alejo, él contestaba sin dejar su trabajo, era acogedor siempre y respondía a cualquier tipo de preguntas que se le pudiera hacer.
Tienda: Ofrecía especialmente en su tienda objetos de uso doméstico: de porcelana, juegos de café, cuchillería, fuentes, soperas, etc. Todo era de buen material, alguno importado de Francia a través del Pirineo, a lomos de caballerías hasta Campo".

(Información Antonio Castel. Fotos gentileza de Antonio Castel, de artículos de Pilar Ballarín Lafarga).

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