jueves, 29 de diciembre de 2016

Los Inocentes



  Un día para estar ALERTA


Sabido es que el 28 de diciembre se celebra la festividad de los Inocentes y que, en algunos países, este día se tiene la costumbre de hacer bromas, destinadas fundamentalmente a tomar el pelo a alguien, y que se conocen como inocentadas. En Campo, como debía pasar en muchos otros sitios, había unos "clásicos" que se repetían año tras año.
Por ejemplo, el más conocido en todas pares, aunque resulta muy difícil de llevarlo a la práctica con destreza y disimulo, era colgarle a alguien un monigote en la espalda sin que se enterara. Más que monigotes, eran una simples tiras ya fuera de papel o de tela. Nada daba más risa que ver a una persona seria y bien puesta, pasear  con el colgante al dorso.

Pero, aparte de las bromas más conocidas, hay que reconocer que había bastante inventiva entre los vecinos. Se iba a una casa para avisar que se les habían escapado las gallinas, y que estaban corriendo por la calle; otros daban la noticia de que con el coche de línea había llegado algún personaje importante, etc. 
Y áunque se hubiera conseguido sobrevivir toda la jornada sin mayores sobresaltos, no había que relajarse, y se debía permanecer bien atento hasta el final, porque mentes retorcidas igual habían tramado coserte las mangas del pijama o el camisón, hacerte la cama de petaca (no podías meterte) o echarte sal entre las sábanas.
Víctima o verdugo, al final te dormías sonriendo, tramando la inocentada que el próximo año les ibas a gastar a familiares y vecinos.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

La Navidad en Campo


Hace poco más de 50 años

Nochebuena

El día 24 de diciembre, desde pronto por la mañana, ya se palpaba en el aire una tensión especial. Los servicios de la gente menuda eran requeridos para encargos que normalmente no hacían. Las autoridades de la casa igual decidían que había que sacar de la calle un banco de madera porque hacía feo, como que había que subir unos cuantos cestitos de leña a la cocina, o ir a pedirle a una vecina algún instrumental determinado. Todo eran órdenes. Hasta en la cocina éramos requeridos para algunas tareas: partir almendras o nueces,hacer albóndigas pequeñas para el caldo, etc. 
Por la tarde era el número de la recolección de sillas y banquetas por toda la casa para llevarlas al comedor, con el fin de que no faltara asiento a ningún comensal.
Una vez terminada nuestra jornada laboral y después de que mis hermanos hicieran varias incursiones a la Plaza para ver cómo iba la preparación de la fogata, pues hasta que la encendían no se quedaban tranquilos, nos quedábamos mirando tebeos o jugando al parchís, hasta que llegaba el momento de ir a arreglarnos para la hora de la cena.
En casa, como pasaba en casi todas las casas del pueblo, se reunía la familia en sentido amplio, es decir, con los tíos, abuelos, etc. y también con aquellas personas conocidas que por alguna razón estaban solas.
Como entonces no es que hubiera mucha sofistificación en nada, la cocina también era austera, con sopa y cardo con bacalo o cordero de segundo. Más o menos ese era el menú de muchas familias. Para postre había pastillo de nuez o cabello de ángel, orejones, almendras, nueces, flanes... 
Bien cenados y contentos, los más jóvenes nos íbamos a Misa de Gallo, a las 12 de la noche. Era muy alegre, sobre todo cuando acabada la misa todo el mundo pasaba a adorar al Niño, mientras se cantaban villancicos como "Entre las tablas la nieve caía y el Niño lloraba de frío que hacía".Más de un año pasó que cuando entramos en la iglesia el tiempo estaba calmo y tranquilo y al salir había empezado a nevar copiosamente.  Parecía mágico. Con nieve o sin nieve, todo el mundo iba a "pegarse una calentada" a la fogata de la Plaza, que ya estaba ardiendo con fuerza.
  
Navidad


Casi siempre el día de Navidad volvíamos a ir  a misa, bien porque habíamos llegado tarde a la Misa de Gallo del día anterior y dudábamos que nos la dieran por buena, o porque queríamos participar en todas las actividades del día y disfrutar del ambiente festivo que había a la salida de la iglesia, contemplando a todo el mundo con sus mejores galas y queriendo ser feliz. Después, todos pasaban por la fogata a ver si tiraba bien o no y, finalmente, se organizaban grupos para ir a tomar el vermut. A las dos y pico de la tarde, se iban quedando vacíos los bares y la plaza y cada cual volvía a su casa para la comida familiar.
No se podía hacer mucha sobremesa, porque la sesión de cine empezaba a las 5 o así, y como abrían la puerta del Cine Cumbre un rato antes, la gente menuda éramos los encargados de ir allí, pillar un lugar bueno, cuanto más cerca de la gran y solitaria estufa mejor (parecía una locomotora) y "guardar sitio" a los mayores hasta que se dignaban aparecer por el salón. Una vez que les cedíamos sus asientos, nosotros teníamos que precipitarnos a los bancos de madera que había en las dos primeras filas, lugar reservado a los niños.
Orquesta de Campo
Al terminar el cine, el público desaparecía de allí rápidamente, pues volvían a sus casas a merendar y prepararse para la sesión de baile. Los responsables de la sala, comenzaban la frenética transformación de un cine en salón de baile. Hacían desaparecen filas enteras de asientos de madera, unas junto a otras alrededor del local y dejaban alrededor del escenario una amplia pista de baile, incluso se colocaban algunas mesas con sillas para poder tomar algo. En el escenario también había ajetreo, pues la orquesta que iba a amenizar la tarde colocaba sus instrumentos, sillas y atriles, en el sitio correspondiente, mientras se iba haciendo la instalación de los altavoces, con la cantinela habitual de "Probando, uno, dos".
Muy pronto se abría otra vez el salón al público, para la sesión de tarde. Para esta ocasión también nos mandaban los padres a los niños a guardar mesa y sillas, pero era más difícil hacerse respetar , así es que para evitar problemas procuraban llegar pronto. La orquesta empezaba su actuación y, después de un par de pasodobles, había ya un ambientazo, Los niños ocupábamos un lugar preferente, justo delante de los músicos y no nos perdíamos un baile. Los mayores también eran muy danzarines, y no paraban de atravesar la pista de un lado a otro a toda velocidad. Los únicos que se hacían los remolones eran los chicos y chicas. Ellos porque tenían que ir a sacar a bailar, y les daba mucho apuro que les dieran calabazas. Ellas porque tenían que esperar que las vinieran a invitar, y los chicos miraban y miraban mucho, pero les costaba acercarse a pedir si ella quería bailar, con él.
A las diez era la hora de la cena, se suspendía el jolgorio. Y a las 12 de la noche empezaba la sesión de noche. Los niños también solían acudir un rato, se estaba en familia. Los mayores se quedaban hasta las tantas.


Y cuando se apagaban las últimas notas de música, el día de Navidad se daba por terminado. Pero aún quedaba Año Nuevo y Reyes. 

  

lunes, 26 de diciembre de 2016

Las Navidades en Campo



Hace poco más de 50 años



Eramos críos. Nos lo pasábamos bien. En aquella época los niños no es que fuéramos el centro de atención de la familia, es que éramos más bien la periferia, pues, la verdad, no nos hacían demasiado caso. Como en estas fechas estábamos de vacaciones, nuestra misión primordial era no hacernos notar en casa, y había que escurrir el bulto algún rato para que los mayores se concentraran en sus cosas.

Mis hermanos se iban a jugar con sus amigos ¿a jugar? bueno, a algo parecido. Igual se construían un trineo para deslizarse por una pendiente que conducía directamente al barranco, como se dedicaban a recoger trozos de leña para la hoguera de la Plaza, o se dejaban resbalar por alguna superficie helada, sin más protección contra el frío, para su frágil anatomía, que unos pantalones de tela gruesa, unos calcetines de lana, tejidos por algunas manos amigas y unos sueters fantasiosos que les hacía mi madre. Debajo de su jersey también llevaban, eso sí, unos "cuerpos" o camisetas de tirantes, de lana gruesa color blanco sucio, hechas de punto de media por la misma persona que les hacía los calcetines... Lo más amable que se puede decir de esas prendas es que eran duras como piedras y ásperas al tacto.
Mientras tanto, yo, por ser la mayor, aunque aún era pequeña, tenía que hacer recados varios que me mandaba mamá, lo que suponía visitar todos los comercios de Campo, como casa Mazana, casa Baltasar, casa Josefina Mercedes, Casa Juané, Casa Pepeta, casa Blanch, etc. y cuando ya había terminado la gira, quedaba libre para mis cosas. Por cierto, esta estrategia de comprar en todas las tiendas del pueblo, formaba parte de la diplomacia rural pura y dura y la practicaban casi todos los vecinos. Según la expresión popular, "había que dar vida" a todas las tiendas.
Las niñas de mi pandilla teníamos un centro de reunión, que era el porche de San Antonio. Allí jugábamos a "Matarile lire lire", al "Señor Don Gato", "Han puesto una librería", etc. con toda la emoción y la tensión que implicaban estos juegos, pues nunca estabas segura de si te iba a elegir tu amiga del alma para salir al centro del corro o preferiría escoger a otra.
Cuando regresábamos a casa, mis hermanos, mojados y tiritando, y yo con los pies helados, pues iba vestida con falditas y sin calcetines de lana, íbamos directos a una estufa de serrín que teníamos en el comedor, y allí poníamos los pies debajo del hierro, para calentarnos. Esto estaba completamente prohibido por mis padres, pues después nos salían unos sabañones impresionantes.
El remedio al dolor de los sabañones, era pintarlos de yodo con una pluma de ave. Ni que decir tiene, que en cada una de estas sesiones de terapia pictórica, acababan coloreados los calcetines, los zapatos, el suelo y la estufa. ¡Tiempos aquellos, cuando hasta curarnos los sabañones era motivo de risas y alegría!
Y esperábamos con ilusión las fiestas que estaban a punto de empezar. 

(continuará)

sábado, 24 de diciembre de 2016

La fogata 2016




Hoy, Nochebuena, un año más se ha encendido la fogata en la Plaza. Campo es un pueblo con calefacción central y un lugar de encuentro y tertulia al aire libre, en pleno invierno. Disfrutadlo.


¡FELIZ NAVIDAD!


Gracias a los autores de estas fotos por dejarnos publicarlas. Y a los/las que me las han hecho llegar.



martes, 20 de diciembre de 2016

domingo, 18 de diciembre de 2016

Cosas de Navidad


Recuerdos 




Cuando llegan estas fechas  de Navidad, sabido es que las personas que sufren algún problema, lo acusan más. Uno se siente más solo, más desgraciado, más desesperanzado ante su propia realidad, cuando la compara con la alegría y felicidad que cree ver en los demás. No es envidia de que ellos disfruten, simplemente es tristeza por no poder hacerlo también.
Uno
Ya hace muchos años murió mi padre un 18 de diciembre en Campo y lo enterramos el 19. Hasta entonces, todos los años, nos hacía llegar a Barcelona el abeto que él mismo había elegido en el monte. No solían ser tan bonitos como los que vendían en las tiendas, pero para mi eran un tesoro, cuando pensaba en el tiempo que había dedicado al asunto y el cariño que había puesto en ello. Pero, aquél año, ya no tuvimos su árbol de Navidad.
Al regresar a Barcelona, el 20 de diciembre, lo primero que hice fue ir a comprar un arbolito. Mis hijos eran pequeños y disfrutaron igual que siempre. Ellos tenían la misma ilusión, pero a mi solo me quedaban los recuerdos y las tarjetas de visita con las que mi padre acompañaba cada árbol que nos enviaba, repletas de palabras tiernas, casi siempre las mismas o del mismo estilo: "Queridos hijos y nietos: he ido al monte esta mañana pensando en vosotros, y os he elegido este abeto que creo que era el más bonito, espero que os guste. Os abraza."  
La moraleja de esta historia sería que, el mejor regalo que podemos ofrecer no es el que compramos, sino lo que entregamos a los demás de nosotros mismos: nuestra atención, nuestro mimo, nuestro tiempo, las ganas que ponemos en hacerlos felices... esas cosas son las que perduran.  
Campo. Javier Fuster Reyes
Y dos
Otro recuerdo de estas fechas, también tiene que ver con mi padre y la Navidad, aunque hubiera podido pasar en cualquier otra fecha, pues la verdadera protagonista de la historia es la amistad, y la solidaridad también.
Era el 23 de diciembre, el día que mi madre celebraba su santo, Santa Victoria. Como en casa existía la buena costumbre de celebrarlo todo, celebraciones que casi siempre se reducían a una comida especial con algún postre y un poco más de buen humor, mamá decidió que, ese día, haríamos cena especial, porque mi padre tenía trabajo en Monzón y no estaría para la hora de la comida. 
Campo, nevada 2005. Javier Fuster
Hacía frío aquél año en Campo, estaba todo nevado y los coches tenían problemas para circular, pero mi padre dijo que tenía que salir de viaje a la fuerza pues tenía que resolver algunas cosas, y que procuraría volver pronto, a las 4 ó a las 5 pensaba estar de regreso. En la época de la que os hablo no había teléfonos móviles, y pocos fijos.
Cuando el reloj de la iglesia dió las seis de la tarde, mi madre ya no pudo disimular más su nerviosismo y empezó a decir.
"Es muy raro, muy raro, que no esté ya aquí. Ha dicho que a las 5 estaría de vuelta.
Intentábamos calmarla, pero no servía de nada, y el tiempo pasaba lento y rápido a la vez, y ya estábamos todos contagiados por el temor. Llamamos a Monzón y nos dijeron que había emprendido el camino de vuelta casa después de comer, antes de las 3 de la tarde, porque él mismo había dicho que la carretera de Graus a Campo estaba muy mal por la nieve. Nos quedamos de piedra, ya no sabíamos qué pensar.  A casa llegaban amigos y vecinos a ver qué podían hacer. Se organizó una especie de "gabinete de crisis" y allí cada uno iba lanzando una hipótesis. Ya eran casi las 8 cuando alguien tuvo una buena idea.
- Si ha pasado por Graus, seguro que Jesús lo sabe. Daniel no pasa nunca por allí delante sin decirle algo.
Llamaron a aquél amigo y les dijo que no, que lo había saludado por la mañana, pero que no lo había visto regresar y eso quería decir que, si había salido de Monzón a las 3, se había quedado en el camino. Los hombres que estaban en casa dijeron que salían inmediatamente a buscarlo, para ver si lo encontraban por la carretera de Barbastro a Graus, pero Jesús les dijo que estuvieran tranquilos, que él, con su hijo y otras personas con las que contaba, llegarían antes a esa zona. De todos modos, un grupo de los que estaban en casa emprendieron camino a Graus, porque si daban con él, podrían traerlo a casa.

Al cabo de un par de horas, llamaron los amigos de Graus para decir que lo habían encontrado. El coche de mi padre se había salido de la carretera y se había caído por un barranco. Allí no había nieve, sino mucha niebla. Fue una suerte que lo divisaran, porque probablemente, si hubiera permanecido toda la noche a la intemperie y malherido no hubiera sobrevivido. 
Poco más tarde de una hora, llamaron al timbre de la puerta, que siempre estaba abierta. Extrañada bajé a ver quien era y me encontré a mi padre de pie, todo ensangrentado, pues como después supe, llevaba varios dientes rotos. Se me abrazó llorando, no podía hablar. Me dijeron los amigos que le acompañaban que la gran preocupación de mi padre era que mamá le viera en aquél estado, no quería que se asustara. También contaron que habían querido llevarlo al médico, pero él solo pedía que lo llevaran a casa.
Aquellas Navidades fueron especialmente emotivas. Eso sí, mi padre solo se pudo alimentar de caldo, que bebía en un porrón pequeño. Pero estábamos juntos y todos éramos conscientes de que aquello era casi un milagro. Un milagro que había hecho posible la amistad.





sábado, 10 de diciembre de 2016

Campo y alrededores



En diciembre




Fotos gentileza de Angel Huguet

domingo, 4 de diciembre de 2016

Rosalía Morancho


 Una mujer de Campo

La Dueña del Centro Aragonés de Barcelona 



En el Centro Aragonés de Barcelona, se celebra cada año la fiesta de Santa Águeda. Según marca la tradición, se elige a  una Dueña, cuyo cargo conlleva, a la par de un reconocimiento a su persona, la responsabilidad de organizar los actos correspondientes a la festividad: misa y comida, fundamentalmente. Aunque también le corresponde a la Dueña otro encargo importante, proponer y presentar a la encargada de sucederla en el cargo.
Se elige la Dueña entre mujeres vinculadas al Centro, ya sea por su participación en las actividades que se programan, o su aportación a la comunidad aragonesa en la ciudad condal. 
Este año 2016 ha desempeñado el cargo la prestigiosa jotera Amparo Padilla Pacheco, y ella ha presentado para sucederle a nuestra paisana Rosalía Morancho. 
El próximo año 1917, cuando ya ejercerá de Dueña nuestra amiga Rosalía, el día de Santa Agueda caerá en domingo, el 5 de febrero. Como es habitual, se celebrará una misa en la iglesia de los Mercedarios, Parroquia de San Pedro Nolasco, a las 12 del mediodía. Esta iglesia os recordamos que está al lado del Centro Aragonés, en la Plaza Castilla, nº 6.
Posteriormente, tendrá lugar la comida de confraternidad en el Salón de Actos del Centro.
Sería estupendo que, ya que una paisana nuestra es homenajeada por una institución de tanto raigambre, pudiéramos acudir muchos de nosotros a darle nuestro soporte, además, Campo será también, en cierta medida, protagonista de la fiesta.
Actuación de Rosalía en el Centro Aragonés
Rosalía lleva casi cincuenta años viviendo en Barcelona y desde el principio de su estancia en la capital condal, ha acudido al Centro regularmente,  participando activamente en la Rondalla, donde es muy apreciada. 

jueves, 1 de diciembre de 2016

Final de la historia





Como algunos amables seguidores han perdido el link para llegar a COSAS DE LA IMAGINACIÓN, os lo damos para que podáis conocer el final de la historia.


domingo, 27 de noviembre de 2016

Preparando el invierno


LEÑA PARA LAS COCINAS DOMÉSTICAS Y PARA EL HORNO DE PAN

Transcribimos a continuación un texto de Antonio Ballarín Castel sobre este tema.


Campo. Monte Naspú. Manolo Garanto

"Los montes de Campo fueron siempre una gran reserva de leña para el fuego de la cocinas y hornos de pan.
Del "Caixigá" se traían en cargas de burros las ramas y troncos de caixigo sueltas, puesto que en aquel entonces no se podían cortar caixigos.
De Naspú, por el camino del mismo nombre, se bajaba buena leña de carrasca que desprendía abundante calor.
Del monte llamado "Romeral" encima del Gradiello, se bajaban buenas cargas de romeros. 

En todos estos casos, la leña era transportada como hemos dicho a cargas de burros, normalmente. Se descargaba y se apilaba en la entrada de las casas, algunos la llevaban a la era que tenían cerca de casa o en corrales próximos a la vivienda.
Los que consumían mucha leña y disponían de medios, con machos y carros adecuados iban a la Garona, talaban "Faus" y Hayas y en carretadas bajaban los troncos al pueblo, que luego aserraban y partían por la mitad.
Las aliagas para la matanza del cerdo eran traídas de las Cuastas, muy buenas y quemaban muy bien. También de "Coz" se traían algunas cargas."
Campo. Naspú- Manolo Garanto
Los que tenían hornos de pan, unos tres en el pueblo, iban con carros a la Garona y bajaban carretadas de "buixos", que iban muy bien para calentar el horno.
También bajaban a vender cargas de leña del pueblo de Viu, vendían la leña y con el dinero compraban lo que necesitaban.
Otra fuente de leña eran las "lleras" del río y Rialgo, después de una gran crecida que arrastraba troncos y madera, al decrecer, la leña quedaba sembrada por la superficie de las piedras, entonces, la gente iba y llenaban sacos de leña muy buena.
Por fin, estaban las serrerías, del señor Fuster y del señor Canales, que eran un lugar de aprovisionamiento de leña de pino.
Con esta leña se encendía el fuego de la cocina a primera hora del día para hacer la comida del medio día; por la tarde se encendía de nuevo hasta la hora de ir a la cama a dormir.
Excepto los braseros, no había otro medio de calefacción en las casa que el fuego de la cocina". 


sábado, 19 de noviembre de 2016

Exposición en Barbastro



Eduardo Fuster Salamero

El pasado 17 de noviembre, se ha inaugurado en la Sala del Centro de Congresos de Barbastro, una exposición de fotografías sobre el LEGADO MAYA cuyo autor es Eduardo FUSTER. En la muestra se exhiben 40 fotografías, fruto del trabajo realizado durante su estancia en el Norte de Yucatán. Algunas de estas obras han sido ya presentadas en México por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).  La exposición permanecerá abierta hasta el 10 de diciembre.



Para conocer mejor la obra de Eduardo, podéis visitar www.fusterphotography.com

Fotos gentileza de Angel Huguet