viernes, 9 de junio de 2017

De Campo a Zaragoza, dos paradas y fonda. 1.

1. Recuerdos

Otra forma de viajar, digo, de vivir

                                                                                                               
Cuando éramos pequeños, mis hermanos y yo estábamos internos en Zaragoza y hacíamos el viaje de Campo a la capital maña una vez al trimestre. Como el trayecto duraba varias horas, estaban programadas varias paradas, siempre las mismas.
Para empezar, y aunque la jornada se presentaba larga, no se pensaba en madrugar demasiado, las cosas se tomaban con calma. Procurando no armar demasiado jaleo, subíamos al Volkswagen negro, que no tenía prácticamente maletero, toda la familia (cinco o seis personas, dependiendo si venía mi hermano pequeño o no) además de las maletas, bultos en general, etc.
 Después de bien despedidos de todo el mundo, emprendíamos el camino. Una vez superado el tramo de carretera llamado cuesta de San Roque, punto complicado donde los hubiera porque a los coches se les calentaba el motor más de la cuenta, y donde había que parar para que se enfriaran... llegábamos al mesón de El Grado, para desayunar. No un croissant y un cortado, desde luego, sino algo más consistente. Papá siempre aprovechaba esa ocasión para pasar por la cocina y saludar a una señora mayor que lo recibía muy afectuosa dándole dos besos y le llamaba Danielet. ¡Cómo me gustaría saber qué relación existía entre ellos!
Una vez descansados y bien comidos, continuaba la expedición y, al contrario del primer tramo del recorrido, en el que íbamos medio dormidos y callados, entonces todos estábamos alegres y dicharacheros. Era el momento de cantar. No he visto una familia más desafinada que la mía, eso sí, afición a la música, mucha. En el repertorio no llevábamos canciones  infantiles, pasábamos directamente de "En el alto Pirineo, soñé..." al "Cachito, cachito" de no sé quién. Así llegábamos a Zuera, poco antes de Zaragoza, justo a la hora de comer.
Allí había otro mesón o restaurante popular, que siempre estaba muy concurrido y que, según mi padre, hacía las mejores alubias del entorno. El alguna vez llegó a pedir judías de primero y también como segundo plato, porque decía que mi madre no las sabía hacer tan buenas y tenía que aprovechar.
Después de comer y sin prisas aparentes, empezábamos el último tramo del viaje. Este también era silencioso, ya fuera por efecto de la digestión o porque cada uno de los viajeros iba concentrándose en lo que le esperaba al llegar a la capital maña: colegio en nuestro caso y facturas en el de mi padre.
Al llegar a Zaragoza, se procedía al reparto de criaturas: mis hermanos a su colegio y yo al mío. Mis padres se alojaban siempre en el Hotel Europa, que estaba en la calle Alfonso. Cuando nos acompañaba mi hermano Rober, el pequeño, yo me quedaba a dormir en el hotel para que mis padres pudieran salir por la noche al cine o al teatro.
Para mi ese hotel era el no va más del refinamiento y estaba impresionada con aquella gente elegante, que nos saludaba con una sonrisa sin conocernos. Claro que reconozco que mi opinión no es que sea muy digna de tenerse en cuenta, porque nunca había estado en otro hotel. 

Recuerdo que un día estábamos comiendo allí en el restaurante y mi hermano pequeño, que debía tener unos 6 ó 7 años, se quedó absorto mirando a los comensales de la mesa de al lado. De repente, le dijo a mi padre "Papá, ese hombre va mascarao" que es la palabra que usamos en Campo para decir pintado o tiznado, y es que nunca había visto a una persona de color al natural. Como el chico se dio cuenta que hablábamos de él nos sonrió y llamó a mi hermano para que fuera a su mesa, pero él no estaba por la labor y prefirió concentrarse en su plato. Entonces, nuestro vecino se levantó, vino a nuestra mesa y le dio a Rober una moneda de un dolar muy nueva, explicándole que tenía un hijo de su edad. Nos contó que él y sus amigos estaban trabajando en la base americana.
El Hotel Europa ya no está en la calle Alfonso, todo ha cambiado, aunque no aquellas imágenes que se quedaron en mi cabeza. 
   

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