lunes, 11 de diciembre de 2017

¿Como preparaba mi madre la Navidad?


hace unos años... 


En la década de los cincuenta y los sesenta (¡del siglo pasado!) que es la época que yo más recuerdo de Campo, mi madre estaba siempre en plena actividad y al mando de la casa y, cuando digo mando, me refiero a mando mando. Como en aquél tiempo no se dejaba ningún resquicio a la improvisación, porque las circunstancias, comportamientos, gestos y dichos se tenían que repetir puntualmente según la estación del año, cuando se acercaba la Navidad tocaba empezar con el rito correspondiente y las amas de casa tenían que ir preparando con tiempo las provisiones para las fiestas.  También es verdad que  entonces no se podían dejar las cosas en el aire, porque no se podía solucionar  nada yendo a última hora a la tienda a comprar lo que faltara.
Primero, porque el abastecimiento de los comercios del pueblo era limitado, y no se encontraba de todo, como en los supermercados actuales. 
Segundo, porque las disponibilidades económicas de las familias solían ser también bastante limitadas, y había que intentar que cada casa fuera lo más auto suficiente posible, es decir, que se arreglarse con sus propias provisiones y se gastara poco dinero. 
Entre los preparativos que ponía en marcha mi madre, recuerdo:
- Asunto selección gallo del corral, para la comida de Navidad. Se elegía al que estuviera de más buen ver y se le dedicaban mensajes personalizados desde el instante de ser seleccionado hasta el día "D", tipo "¡que rico estarás con una buena salsa!", "¡mira que muslitos tiene....!" (reconozco que en estos tiempos parecen políticamente incorrectos...).   
- Selección de la gallina que debía ser sacrificada para el caldo de Nochebuena, para lo que debía determinarse cual era la menos "ponedora". A tal fin se solían cotejar las opiniones de las diferentes responsables del gallinero, que nunca coincidían.
- Acopio de huevos frescos para la elaboración de flanes y otros postres extra propios de estas fechas. Hay que comprender que si se recogían cada día dos o tres huevos del ponedor, no se podía esperar que las gallinas incrementaran esa cantidad por el hecho de que llegara la Navidad.... Ellas llevaban su ritmo y no se les podía pedir más, así es que había que intentar reunir poco a poco la mayor cantidad posible de huevos, dejando de comer tortilla de patata, huevos fritos o huevos pasados por agua.
- Romper la cáscara de las nueces que todavía estaban en la despensa  y dejarlas limpias para hacer los pastillos.
- Reservar hora en el horno para hacer los pastillos.
- Hacer algunas almendras garrapiñadas y guardarlas en unos botes de cristal (que habían contenido otros productos) bien cerradas.
- Controlar en la cocina las reservas de aceite (guardado en tenajas en la despensa), vinagre (de casa) y sal, para no tener que perder el tiempo yendo a buscarlos cuando se estuviera en plena actividad preparando la comida.
- Hacer acopio de leña y tenerla bien cortada y apilada junto a la cocina, para que no faltara combustible. Controlar si había cantidad de teas, tan útiles para el encendido.
Y con todas estas medidas y otras muchas que hoy se quedan en el tintero, la casa iba preparándose para recibir a la familia desperdigada por otros lugares, y celebrar las fiestas navideñas todos juntos. Sin salmón, ni ostras, ni capón, ni lubina.., sin ninguna exquisitez, pero con alegría.  

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